El pasado 5 de febrero, apareció una nota de opinión en La Nación, firmada por María Eugenia Estenssoro, en la que sostenía que las naciones más adelantadas del mundo, aquellas “más ricas, modernas y de mayor bienestar…” son las que confirman cinco premisas fundamentales para entender la actualidad mundial. Ellas son (textual):
1.- que el capitalismo y la economía de mercado son los sistemas económicos que mayor riqueza y equidad generan, a pesar de sus notorias falencias;
2.- que la economía centralizada y planificada fracasó de acá a la China (literalmente);
3.- que la globalización llegó para quedarse;
4.- que un tsunami tecnológico está rediseñando el planeta a una velocidad sin precedentes; y
5.- que los países que no logren encontrar un lugar en esta Cuarta Revolución
industrial impulsada por la innovación científicatecnológica quedarán más empobrecidos, atrasados y vulnerables que nunca.
Según un principio budista “nada es eterno, a excepción del cambio”. Eso lo podemos comprobar también en el concepto de “riqueza”, el cual mutó desde la acumulación de metal precioso propio de la doctrina mercantilista, pasando por la cantidad de trabajo productivo aplicado a la
industria y a la agricultura del pensamiento smithiano; hasta el que rige en la actualidad, entendiendo por riqueza al valor agregado generado en la producción de bienes y servicios y que se cuantifica a través del Producto Bruto Interno (PBI).
Así también se modificaron las teorías que intentan explicar la dirección del comercio internacional. Los primeros modelos partieron de la base de la inmovilidad internacional de los factores productivos al observar que, en general, el capital productivo y la mano de obra no se trasladaban de un país a otro. La teoría de Adam Smith de las ventajas absolutas, la de David Ricardo de las ventajas relativas y el Teorema de Heckscher y Ohlin responden a un concepto de riqueza tradicional, donde lo predominante estaba centrado en la dotación de recursos (capital productivo, recursos naturales y mano de obra disponible).
Muchas generaciones, en toda la América Latina, se formó bajo el concepto de riqueza (potencial) en base, sobre todo, a la abundancia en la dotación de los recursos provenientes de la naturaleza.
Desde mediados del siglo pasado, a la teoría del comercio internacional comienzan a impactar aportes que incorporan al factor tecnológico como elemento dinamizante de las transacciones internacionales y central en la explicación de la dirección del comercio entre naciones.
En esta oportunidad tomaremos los aportes Michael Porter para presentar una de las propuestas más destacadas.
Entre los aportes más interesantes dentro de esta nueva visión, podemos mencionar los de Michael Posner de 1961 y Gary Hufbauer de 1966, que se basan en el reconocimiento que el progreso tecnológico brinda ventajas comparativas a los países innovadores, lo cual les permite obtener beneficios monopólicos inicialmente. Posteriormente, a través de la imitación, se amplía la franja de productores del bien, atentando contra el beneficio extraordinario de tipo monopólico. Al caer los precios y las tasas de beneficio extraordinarias, los países pioneros comienzan a ensayar modificaciones y cambios en el producto o en el proceso de producción, a fin de competir con los productores que ingresaron tardíamente al mercado, a efectos de generar una nueva situación de monopolio. Dado que mientras unos países innovadores exportan productos que incluyen progreso técnico, otros que no tienen el mismo nivel de desarrollo, siguen exportando bienes de menor valor.
Michael Posner (UK, 1931- 2006) en 1961 y Gary Hufbauer en 1966, sostienen que la diferencia fundamental que hace a las ventajas comparativas y que determinan la dirección de comercio, no radica en los factores productivos (dotación de capital y trabajo), sino en las diferencias tecnológicas que permiten a las empresas de un país, crear e innovar constantemente. En consecuencia, la ventaja comparativa radicaría en exportar bienes intensivos en Investigación y Desarrollo.
Mediante la creación de nuevos productos y/o procesos, los países tecnológicamente avanzados pueden lograr monopolio temporario de bienes manufacturados. Dichos cambios, según M. Posner (foto) y G. Hufbauer, no se dan simultáneamente en todos los países. La diferencia tecnológica marca la diferencia entre categorías de países, en vez que la dotación factorial según el teorema de Heckscher y Ohlin. En otras palabras, esta nueva teoría cuestiona el supuesto de función de producción única para todos los países, tal como sostenían los suecos.
Aquella empresa/país que logra generar cambio tecnológico, consigue reducir el costo unitario, generando una renta monopólica o beneficio extraordinario. La condición se mantiene hasta que la innovación tecnológica que dio origen a la situación de privilegio comience a difundirse. A partir de ese momento, aparecerán competidores internos e internacionales, provocando un cambio en la dirección del comercio exterior del país de origen del cambio. En consecuencia, se extiende un lapso entre la aparición del nuevo producto/proceso y el inicio de la
difusión del conocimiento y aparición de nuevos competidores; la existencia de ese lapso es por el cual a este planteo también se lo denomina Retraso de la Imitación o Retardo de la Demanda.
Los países (empresas) Frontera serán aquellos que tiene un nivel avanzado de desarrollo tecnológico, canalizando recursos hacia la Investigación y Desarrollo (I+D). La aparición de nuevos productos o procesos que otorgan condiciones de monopolio con beneficio extraordinario a una empresa o país y define la dirección que tomará el comercio internacional hasta que sea difundida la nueva tecnología.
Al ser conocida la nueva tecnología por otros competidores, éstos comenzarán a producir bienes sustitutos o, comprando las patentes correspondientes, producirán los mismos bienes en otros países y, en algunos casos, también a exportarlos. A esta segunda clase de países/empresas “copiadores”, se los clasifica como Empresas (Países) Seguidores.
Hasta que no aparezcan competidores extranjeros, la dirección del comercio es de carácter intersectorial, donde el país innovador exporta nuevos bienes e importa bienes tradicionales. Existe un rezago temporal entre la aparición de la novedad y el de la imitación; al aparecer ésta, el comercio se convierte en intrasectorial.
Por Países Seguidores se entienden aquellos que compran patente y/o imitan al nuevo proceso o producto. La tecnología no se difunde al mismo tiempo entre todos los países. Las distintas velocidades permiten incorporar la hipótesis del rezago entre los diferentes países. Michael Posner también consideró que existe un “Rezago en la Demanda” de la población, tiempo que demora el producto en difundirse entre los consumidores. En un interesante párrafo, se puede ilustrar el presente punto:
Así Alemania tarda 4 meses en importar el producto y Japón 9 meses, mientras Inglaterra obtiene el producto a los 60 días. La imitación es más rápida en Japón (5 meses) mientras que los otros países prefieren adquirir la Patente: En Alemania a los 11 meses e Inglaterra más pronto a los 180 días. Suecia prefiere la Inversión Conjunta y la Re-exportación. Japón dará la estocada a todos los países al iniciar la exportación de sustitutos a menores precios a los 6 meses. Esta investigación se efectuó en 1990; Hoy las Transnacionales lanzan los Productos de Innovación al mismo tiempo en el Mercado Mundial, a través de sus filiales. La clase Media Mundial ha aumentado en 30 años (1990-2012) lo suficiente como para consumir innovaciones de los países desarrollados al momento de lanzamiento.
Fuente:
Tambone, D. (2.020). Riqueza y teorías neotecnológicas del comercio internacional. Boletín T&E Economía: Teoría y Empiria Año 1, N° 6. Buenos Aires