A nivel mundial la ola de la transformación digital está redefiniendo profundamente la forma de hacer negocios, al punto de que “bancos, retail y redes sociales están operando como si fuesen una sola cosa”.

Venezuela presenta un rezago tecnológico enorme, pero este terreno casi virgen ofrece grandes posibilidades a los inversionistas.

¿Si está todo destruido por qué no plantearse empezar desde cero?

“La transformación digital engloba todo y hay que hacer esfuerzos por montarse en esa ola. En Venezuela es mejor hacer la trocha y llegar de una vez al punto que a otros países les ha costado mucho tiempo y dinero”, aconseja Roberto Sánchez, consultor especializado en seguridad y tecnología de la información, con credenciales en computación y gerencia empresarial, actualmente al servicio de la transnacional PWC.

En el caso del área financiera, las dificultades que Venezuela sufre con el acceso al dinero en efectivo abren campo a una economía electrónica.

“Introducir la factura digital con medios de pago electrónicos basados en blockchains, por ejemplo, sería un salto cuántico que solamente pueden desarrollar países donde, o se está muy comprometido con la innovación o está todo destruido”.

Opina que las universidades deben introducir este debate y redefinirse con base en modelos más horizontales para preparar profesionales con capacidades híbridas que respondan a las demandas que el futuro hará sobre la transformación digital de los negocios.

También concede importancia a los padres en la orientación vocacional de sus hijos, pues entre mayor conexión tengan con las tendencias mundiales, podrán ofrecer una guía más precisa en un mundo que se torna incierto por la velocidad de los cambios.

“Tendrán que formarse economistas expertos en big data, capaces de construir estructuras de datos con fuentes de información, rellenarlas y levantar herramientas de análisis como lo hace un computista. A un economista le convendrá poner en su curriculum que es especializado en macroeconomía, con experticia en manejo de big data y con capacidades en desarrollo Python”.

Mal administrado, pero no quebrado

Para Sánchez hay condiciones transversales universales para el éxito de una empresa o de un profesional: “la curiosidad, la capacidad de innovar, de replantearse el negocio, de buscar oportunidades alrededor de la coyuntura”.

En un territorio que requiere infraestructura básica, autopistas, hospitales, universidades y una estructura de gobierno completamente nueva, Roberto Sánchez lo que ve son oportunidades. Unos sistemas de identificación y tributarios con medio siglo de atraso necesitarán gente preparada para su puesta a punto.

“La deuda externa de Venezuela es la mitad de la de Grecia; es un país mal administrado, pero no quebrado. Tiene demasiado potencial no explotado, demasiado capital atrapado. Con garantías políticas y económicas, sin incluir el área petrolera, Venezuela ofrece un potencial que difícilmente puede ser comparado con otro país”.

De 35 millones de habitantes apenas cinco millones de venezolanos han conservado su capacidad de consumo. “Llevar de nuevo a esos 30 millones al mercado es una oportunidad que muchos países rogarían tener”.

La innovación es la clave

En medio de la devastación, Sánchez reconoce a la banca venezolana su espíritu moderno e identifica una disposición natural a innovar.

“Ser innovador y ser curioso es una necesidad para las empresas; ya no es ni siquiera una ventaja competitiva. Hay que asumir esos riesgos y cambiar el set mind de lo tradicional. La disposición a mantenerse en constante aprendizaje y abiertos a los cambios es, quizás, un atributo que debe formarse en todos los estudiantes”.

En el corto plazo, su apuesta principal en Venezuela apuntaría al sector hotelero y turístico porque su velocidad de adopción es mayor que otras áreas en cuanto a la formación que requieren los jóvenes.

Con respecto a la formación académica tradicional la mirada de Roberto Sánchez es equidistante.

“La universidad es fundamental para la construcción de estructuras que ayudarán a aprender lo que viene hacia adelante en la profesión, pero la universidad no es ni será en el largo plazo la única fuente de información, ni siquiera la primaria, por la velocidad con la que se está generando información y conocimiento. Pero el estudiante que cree que la universidad no le va a enseñar nada y que todo lo puede aprender por fuera va a perder estas posibilidades”.

Sánchez comenta que la clave de su propio desarrollo profesional ha sido mantener viva la curiosidad.  Invita a mantenerse en constante aprendizaje y abiertos a los cambios. “Aprender múltiples idiomas, usar la tecnología de manera intensiva, adquirir técnicas de estudio, herramientas de discusión y conversación”.

Fuente:

Roberto Sánchez, consultor especializado en seguridad y tecnología de la información en PWC

Redacción: Elvia Gómez